Buena tipo: 3.ª parte. Una buena tipografía se deja leer.

Transmitir un mensaje con claridad implica encontrar un tipo de letra que sea fácil de leer. Eso va un paso más allá de garantizar que las personas puedan interpretarlo sin dificultad.

Cuando se busca una comunicación clara, hay que tener en cuenta muchos aspectos. La elección de la fuente puede parecer el punto de partida evidente, pero el tamaño o la percepción del tamaño del texto, el espacio alrededor de él, el espacio entre líneas y la edad de quien lee (que podría notar que su vista empeora con el tiempo) tienen la misma importancia, si no más.

Mientras que para algunas marcas la claridad tipográfica es importante, para otras es esencial. Por ejemplo, las etiquetas de los medicamentos deben proporcionar instrucciones inequívocas a quien las lea. Los nuevos entornos, como la realidad virtual y la realidad aumentada, también pueden poner a prueba la tipografía: si esta se distorsiona o es confusa, afectará a la percepción, la comprensión y la respuesta de las personas. Quienes eligen las fuentes deben tener en cuenta las exigencias del contexto en el que aparecerán y cómo afectará a su capacidad comunicativa.

A la hora de seleccionar un tipo de letra, hay ciertos aspectos que pueden mejorar la claridad y que es importante tener presentes. La diferenciación de caracteres influye en la percepción de las fuentes por parte de las personas, sobre todo en el caso de los tipos de letras de palo seco, cuyas letras pueden ser más difíciles de distinguir. La forma de los diferentes diseños también afecta a su legibilidad. Vistas desde lejos, las letras de la geométrica Eurostile pueden parecer una serie de cuadraditos, pero las de un tipo de letra como Metro Nova son más fáciles de distinguir gracias a su amplia variedad de formas.

Dependiendo de cómo se utilice la tipografía, el ritmo es otro aspecto que se debe tener en cuenta. Por ejemplo, comparemos los trazos descendentes tipo «staccato» de Bodoni, que se dan en diferentes anchuras e intervalos, con los trazos descendentes más suaves de Applied Sans, que proporcionan una experiencia de lectura más armoniosa. Dicho esto, un ritmo demasiado regular puede generar homogeneidad y dificultar que quien lee el texto pueda diferenciar bien los caracteres.

Otros factores que pueden mejorar la claridad son los ojos medios grandes y las contraformas, que podríamos considerar como las ventanas de un tipo de letra, que permiten que entre la luz para ayudar al lector o lectora a distinguir las diferentes formas. La diseñadora tipográfica Zuzana Licko dijo una vez: «Leemos mejor lo que más leemos», y esta reflexión tiene una gran relevancia para especialistas en diseño y marcas.

«La familiaridad con determinados tipos de letras puede ser útil, pero no tanto como la familiaridad con las palabras», afirma Jamie Neely, director de diseño de productos de Monotype. Al evaluar un tipo de letra, observar cómo influye en las palabras que aparecen con gran frecuencia puede proporcionar cierta orientación sobre cómo influirá en la legibilidad del contenido en general.

Una buena pauta es priorizar la claridad frente a la originalidad. Sin la claridad necesaria, no importa lo bonita, expresiva o peculiar que sea un tipo de letra, porque no cumplirá su función.

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Una buena tipografía se deja leer.
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